viernes, 15 de agosto de 2008


Era una tarde de verano, anochecía en la ciudad. Entre el flamenco, el vino tinto y una canción de Serrat. Me hechizó aquella mirada llena de alma y picardía. La alegría de su cuerpo despertaba un huracán. Con una flecha aquí en mi pecho, quedó grabado su misterio. Dime adonde fuíste que te he perdido en éste sueño. Y hasta el día en que te encuentre me resisto a despertar. Por ti, por el deseo abandonado en ésta piel. Te juro que algún día yo te encontraré. Como olvidar tus ojos que me robaron hasta el alma. Que me han dejado el corazón en soledad.

No hay comentarios: